sábado, 16 de octubre de 2010

Sobre los piquetes. Comentarios al artículo homónimo de López Bulla


José Luis López Bulla, el que fuera dirigente histórico de CCOO de Catalunya, mantiene su compromiso publicando casi a diario un artículo en su blog sobre temática sindical. Su prolija actividad y la originalidad de sus planteamientos, lo convierten en uno de los principales animadores de la blogosfera sindical en el Estado.
Con esa libertad del que ya no tiene que rendir cuentas a nadie, ha cuestionado los princiapales dogmas de fe del sindicalismo confederal, que se mantienen inamovibles en todo lo que llevamos de democracia: elecciones sindicales, unidad de acción, validez del Comité de Empresa, axiomas que nadie cuestiona bajo anatema de anarcosindicalista o simple iluminado. En su último post, López Bulla se ocupa de otro de estos clásicos incuestionables: los piquetes. Habla de los piquetes para desacralizarlos y descubrir la estrecha relación que existe entre la necesidad de recurrir a ellos y la debilidad organizativa del movimiento sindical.
Para el veterano dirigente, existe una relación inversamente proporcional entre el recurso a los piquetes y la capacidad hegemónica del sindicato; no se ciñe a la experiencia concreta del pasado 29-S, sino que habla en clave histórica, en la debilidad estructural en la que se ha desarrollado el sindicalismo español desde su eclosión en los años setentas y que ha hecho de la movilización puntual en forma de piquetes, una necesidad recurrente -y añado, una seña de identidad-. Citando a la socióloga Beverly J., Silver (Fuerzas de Trabajo, del que por cierto, existe traducción al castellano en Akal) concluye que el piquete es una rémora decimonónica propia de épocas donde no había condiciones de confrontación dentro de la fábrica y se debía llevar el conflicto a la calle.
Sin duda coincidimos con Pepe Luis en su planteamiento, la mera existencia de un piquete informativo es el fracaso previo del sindicato por acción o por omisión, pero llegados a este punto creemos necesario matizar y los matices vienen al hilo de la misma fuente que propone el articulista: el libro -muy recomendable- de B., J., Silver. Para mí, la socióloga norteamerica divide la experiencia histórica del movimiento sindical en dos formas organizativas: la que se vertebra en el territorio y la que se articula en torno al centro productivo. La primera forma organizativa correspondía a las relaciones laborales de la manufactura textil inglesa del siglo XIX, mientras la segunda sería la ligada a la eclosión del modelo fordista, la cadena de montaje y cuyo paradigma sería la industria del automóvil. Para Silver ambos modelos fueron útiles en su contexto histórico para la clase obrera y significaron un avance objetivo del movimiento sindical en clave de progreso. La manufactura inglesa determinaba un tipo de relaciones laborales donde el sujeto colectivo estaba fragmentado y descualificado y exigía una respuesta sindical desde el territorio que asegurase las posibilidades de éxito en las reivindicaciones; mientras que en la industria del automóvil del siglo XX la capacidad de veto en las grandes concentraciones obreras fordistas, articulaba la lucha en torno al propio centro de trabajo. Por ello, y por esa graduación histórica que tan bién explica Silver, por la que un modelo organizativo da el relevo a otro en declive, veo en el fenómeno de los piquetes sólo una secuela secundaria en relación a la debilidad organizativa de los sindicatos; la relación primordial es el declive del modelo de relaciones laborales fordistas en torno al cual se ha organizado (y sigue) el movimiento sindical actual.
La lenta transformación de todo un modelo económico de producción se lleva consigo a un modelo de organización sindical que fue tremendamente efectivo en su momento, pero que ahora no deja de ir a rebufo. Veinte años atrás, con menos afiliación, con menos delegados, el movimiento sindical era hegemónico, es decir, vinculaba a toda la clase obrera aunque no hubiéran afiliaciones de por medio, por eso la huelga del 14-D de 1988 fue un éxito rotundo; pero la mutación del mundo de la empresa y su reflejo jurídico en las reformas laborales de los noventas han ido cortocircuitando esta relación orgánica de los trabajadores con sus sindicatos y haciendo evidente que la dinámica sindical sólo es otra más entre tantas que se dan en la sociedad. La realidad económica y productiva de hoy en día con sus secuelas de subcontraciones, de producciones ligeras, de cadenas de montajes en el territorio -según la expresión de sociológos como J., J., Castillo o Pablo López- se asemeja, a mi juicio, mucho más a las vivencias de los obreros textiles ingleses del XIX que a los ejemplos cada vez más aislados de la Seat o la Nissan, donde huelga decirlo el 29-S no se necesitaron piquetes. Para mí, lo amortizado no es el recurso del piquete sino la organización sindical vigente, los comités de empresa (coincidido totalmente en este punto), los sindicatos de ramo que siguen pensados como si todos trabajáramos en empresas de ochocientos trabajadores.
El sindicalismo se deberá repensar en clave territorial y en ese futuro los piquetes seguirán ejerciendo su papel. No de manera cohercitiva, sino haciendo de correa de trasnmisión de los sectores más combativos a los menos. Éste deberá ser el camino para recuperar un programa propio para la clase trabajadora, un programa que deberá ser por fuerza contrahegemónico, ese será nuestro gran piquete mediático, el que haga que todos los medios de comunicación de la derecha y de los gobiernos vuelvan a enmudecer como hicieron el 14-d de 1988.
Para acabar, dos pequeños apuntes. El post de López Bulla sobre los piquetes viene precedido por las urgencias de todo cuanto vivimos el 29-S. Todos/as los que estuvimos en la calle vimos de manera clara las fortalezas y las debilidades y haríamos bien en abordar una reflexión profunda para acelerar los cambios imprescindibles para situarnos a la altura del nuevo tiempo que vivimos. Para ello, acabo de manera optimista remitiéndome de nuevo al libro de Silver, de su lectura queda en claro que de un momento histórico de confusión y de derrota ha surgido otro donde la clase trabajadora ha sabido encontrar el camino y reconducir el conflicto en beneficio propio. Saludos afectuosos al Maestro Jose Luis López Bulla.
Paco López. SOT-UGT.

5 comentarios:

  1. Hola Paco. Es un placer comentar contigo tus entradas que suelen tener ese aire reivindicativo interno dentro del sindicalismo y que siempre son necesarios.
    A pesar de eso, no podemos perder de vista el que no siempre son válidas las extrapolaciones. Lo que en un momento determinado fue eficaz, no es garantía de éxito futuro, más aun cuando no son fruto de la planificación si no mas bien de respuestas espontaneas a situaciones coyunturales difícilmente repetibles.
    Es muy recurrente el tema de los piquetes en cualquier convocatoria de huelga. Personalmente lo considero un tema menor meramente accesorio sin mas trascendencia teniendo en cuenta el que siempre se comenta de este fenómeno la parte mas banal. Que intentemos medir la realidad sindical en el hecho de actuación de los piquetes, me parece una argumentación de poco recorrido. Y te digo porqué.
    La actuación que siempre comentamos es la que previamente se ha difundido en los medios. La mas vistosa, la mas llamativa, la mas ruidosa. Nunca veras en los medios las actuaciones realmente relevantes de los piquetes, cuando en esas empresas que no son de ochocientos trabajadores como tu dices, consiguen el que no signifique una fulminante represalia del empleador, el que esos trabajadores puedan ejercer su legítimo derecho de huelga. Pero eso se hace en la sombra. Y esas actuaciones en defensa de legítimos derechos nunca tiene alcance mediático, ni tampoco se busca. Otra cosa es el ruido y la fanfarria de la que se trata de adornar al piquete de forma interesada, cuando esas acciones se desarrollan en empresas igualmente represoras pero cuyo alcance mediático es rentable para la polémica y para quién vive de ella.
    El Sindicalismo, como fuerza viva, siempre está sometido a crítica y opinión y obligatoriamente siempre ha de estar sometido al enriquecimiento interno, en forma de debate por quienes lo formamos. Pero discrepo contigo en que tengamos que evolucionar (considero que ya lo hacemos aunque no lo suficiente) al ritmo que marcan o han marcado, las diversas formas de aumentar rentabilidad empresarial y que marcaron época como el taylorismo, fordismo, la escuela organicista, los experimentos de Hawthorne, etc.
    Hemos de tener en cuenta que a pesar de estas estrategias empresariales, poco o nada ha cambiado el papel que juega la clase trabajadora, asalariada, en el sistema económico. Y en el espacio vacío que queda, donde la reforma laboral ha borrado derechos, nosotros hemos de volver a escribirlos. ¿En que ha evolucionado entonces la relación empleado - empleador? Absolutamente en nada.
    Solo la respuesta sindical contundente y sostenida hará acercarse más aún a los trabajadores y trabajadoras a nuestra organización. A sentirse parte de la respuesta.

    Un abrazo Paco.

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  2. Apreciado Paco, para mi también es una tremanda alegria que sigas desde la distancia nuestro trabajo y que podamos cruzar, ni que sea a través de la red, algunas palabras e ideas sobre este invento que queremos tanto.
    Vamos a ver, como habrás comprobado todo el artículo es una reacción a otro previo del antiguo dirigente de Comisiones, López Bulla. De su entrada me interesó esa idea que vinculaba la necesidad del piquete a la debilidad organizativa. La relación me parecia obvia y toda mi vivencia personal del 29-S -todavía muy a flor de piel- reforzaba esa relación. Para mí, el tema del piquete en sí, también es secundario, no dudo de su eficacia ni de su necesidad en la inmesa mayoría de empresas donde se reprime el derecho a la huelga ,e incluso el derecho a la organización de los/as trabajadores/as. Precisamente aquí es donde radica el problema y donde coincido con López Bulla, que cada vez hay más empresas donde se necesita un piquete porque o no existe organización o el Comité es tan débil o tan corrupto (proempresa, se entiende)que no sirve para organizar un paro. Al tiempo que se recrudece esta dinámica van desapareciendo las empresas de "ochocientos trabajadores" en las cuales no sólo no hacían falta piquetes, sino que constituían las fuerzas de choque para paralizar los polígonos y el grueso de las movilizaciones.
    Aquí radicaba la contradicción que planteaba López Bulla y la que yo percibí de manera muy clara haciendo yo mismo de piquete. El cierto nerviosismo anterior a la huelga mostraba a las claras esta situación, una situación que evidencia que los sindicatos están cada vez más alejados del conjunto de la clase trabajadora. Pero esta situación no es nueva sino que es fruto de un proceso histórico. No se trata de repetir experincias históricas pasadas pero sí de analizarlas para las encrucijadas actuales. Repito que el principal problema que tenemos los sindicatos es que no sabemos anticiparnos a las estrategias empresariales. La evolución de la empresa no sólo responde a la necesidad de maximizar la rentabilidad (aunque sea el fin último) sino a la necesidad de quebrar el control sobre el proceso productivo que el obrero individual llegó a tener en la cadena fordista en los años setentas-ochentas y sobre todo a quebrar el poder sindical que en muchos momentos y sectores amenazó con hacer posible el viejo sueño de la democracia industrial.
    El problema, a mi juicio, es que no somos capaces de determinar hastá que punto la organización que tenemos es experiencia obsoleta, ni como las elecciones sindicales y los comités enmascaran una actividad febril y una fachada de dinamismo que está vacia de organización y de capacidad de lucha por debajo.
    Por ello, no puedo estar de acuerdo contigo en que el papel de la clase trabajadora no haya variado, claro que ha variado, estamos mucho peor que hace veinte años y hemos resistido mucho peor que otros movimientos sindicales europeos. La capacidad de influencia en el conjunto de la sociedad es infinitamente menor, y la pérdida de la conexión entre la clase y su concreción objetiva, el sindicato, es lo que está permitiendo esta verdadera ofensiva de las clases dominantes contra el movimiento sindical.
    Para acabar te diré que no creo que el sindicalismo confederal esté haciendo lo suficiente para adaptarse a los nuevos contextos sociales. Lecturas como las de Silver ayudan a comprender como no son nuevos los momentos históricos de derrota y de desaliento, y como operan las inercias de procesos enquistados en el tiempo y los intereses para paralizar las propuestas organizativas innovadoras, pero tambien las experiencias de luchas novedosas que recompenen en conflicto eterno del capital y el trabajo en un cierto equilibrio.
    Bueno Paco, por discutir que no quede. Vayamos acumlando agravios arguementativos para esa comida en Cornellà que no acaba de llegar.
    Un fuerte abrazo desde Granollers.

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  3. Companys... certament crec que aquest tema, sobre la necessària evolució del model organitzatiu sindical, avui és especialment necessari, i per tant, les opinions i vivències tant el company López Bulla, com les vostres, resulten especialment ajustades en el temps i en el moment; m'explico:

    Com tants d'altes, aquests mesos he estat anant empresa per empresa, per fer allò que feia molt que no es veia en una assemblea; un discurs amb un clar missatge polític. Si, no només explicàvem el greuge que comporta la Reforma Laboral, sinó que la vinculàvem amb una defensa clara d'un model social basat en la equitat i no en la desigualtat i la subalternitat, al que ens aboca a la classe treballadora, aquesta reforma. L'atac contra la desvergonya dels poderosos, de la Patronal, dels nostres polítics; contra la sol.lucions de l'embut; des de posicions de unitat i lluita sindical. I en totes les assemblees, tenia que sentir el missatge contra els sindicats, a on semblava que nosaltres érem els grans culpables de tot plegat, i on buscaven les escuses més diverses (els treballadors/es) per tal de justificar-se per no anar a la vaga; i finalment, després de poder rebatre i acceptar les crítiques (moltes d'elles compartides!) els tenia que indicar que no era el moment per a les crítiques, que en aquell moment era el de les actuacions..; doncs ara potser si és el moment. Ara toca l'anàlisi i els plantejaments de canvi necessaris, per poder afrontar les debilitats que ens poden ensorrar com a classe i com a societat.

    Comparteixo per tant els plantejaments que expressa el Paco Lopez, sobre la necessitat d'obrir un procés d'analisi intern, per introduir els canvis que es fan cada dia més evidents i necessaris, en el model sindical actual. Les preguntes potser son: i com??, i quins??.

    Una salutació

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  4. Compañeros, que la situación es complicada es innegable, pero no alcanzamos el punto de desolación interna que se intuye en tus reflexiones Paco.
    Al igual que Maxi, yo también me "patee" la Comarca en decenas de asambleas y de forma intensiva en septiembre. Era consciente de que en esta pelea nos íbamos a dejar plumas. Pero os aseguro que una vez hecha la reflexión final, valorando el resultado de estas asambleas, mi conclusión es positiva. Por supuesto que hubo debate y como no, el recurso fácil de que la culpa siempre es de los demás, seamos los sindicatos, el gobierno, los propios compañeros o quién haga falta. Pero ahí estaban los trabajadores y trabajadoras, escuchándonos, debatiendo con nosotros y finalmente sumándose a la convocatoria de huelga.
    El papel que juega la clase trabajadora en este sistema económico, no ha variado en absoluto. Otra cosa es que la situación económica individual de cada uno sea mejor o peor, pero como clase estamos mas parados que el caballo de un retratista. El papel no ha variado.
    Esto no es una cuestión de modelo sindical. Esto no es abrir el debate cerrado de comités o secciones sindicales. Por supuesto que nadie puede quedarse instalado en el inmovilismo interno. El problema tiene otra dimensión infinitamente mas difícil de afrontar. Ojalá el problema fuese el que nuestro sistema organizativo está obsoleto. Porque si fuese así, con cambiar el modelo tendríamos el problema solucionado.
    Mi modesta reflexión me dice que estamos ante una vacío total. Ante el vacío que ha dejado la cohesión social, que ha dejado de existir.
    Esto no es solo un problema sindical. Al margen del asociacionismo lúdico, la cohesión está rota.
    Las formas comunes de afrontar problemáticas sociales, alrededor de los sindicatos, de las asociaciones de vecinos (¿que queda de ellas?)de partidos políticos de izquierda, incluso, por que no decirlo, de parroquias católicas que se sumaron a la defensa de los intereses de clase, y un largo etc. hemos sufrido uno de los logros del neoconservadurismo que ha sido el conseguir importar el modelo del éxito individual. De hacer creer a la sociedad que solo con su esfuerzo individual conseguirá el nirvana. Que todos llevamos dentro dentro un triunfador y solo es cuestión de saber explotarlo siguiendo sus consejos. Ese es el problema.
    Nuestro reto está en devolver a los trabajadores esa conciencia de clase que otros intentan borrar por su propio interés. Aquí no sirve el marketing. Aquí no es suficiente hacer más atractivo el producto. El problema es mas complicado que un simple modelo organizativo.
    Un abrazo compañeros.

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